domingo, 3 de mayo de 2015

Prefectura de Oita: Mamedamachi y Templo Rakan-ji

La verdad que en el curso de japonés que estoy llevando, además de estudiar mucho nos chinean bastante. Recientemente tuvimos una excursión a la Prefectura de Oita, al este de Kyushu.


Es una zona con hermosos paisajes, montañas y pastos verdes, algo muy diferente a la zona del centro de Fukuoka. Honestamente esta es una de las partes de Japón que más me gusta: lo rural y tradicional. Deseo tener más habilidad en el japonés para relacionarme con esta parte rural y tradicional con mayor facilidad, pero voy poco a poco aprendiendo. He podido hablar con estudiantes japoneses y me han dicho que muchos de ellos no tienen interés en su cultura tradicional, por lo que muy probablemente el Japón tradicional se perderá. Las personas jóvenes viajan a las grandes ciudades a buscar mejores oportunidades de educación, de superación profesional y personal, y son absorbidos por una industria tecnológica y capitalista, siguiendo las últimas modas o las tendencias más in, y esto no sólo pasa en Japón, pasa en todo el mundo y en Costa Rica también.
En días anteriores a la excursión, nos entregaron una hoja cronograma con todas las actividades y sus horas respectivas. Si algo he aprendido (y admiro) de los japoneses en este primer mes que llevo en Japón, es su puntualidad. La hora de salida fue a las 8 y 20 am. En el camino nos detuvimos para ir al baño, y comprar comida si alguien necesitaba. Aproveché para estirar mis piernas un poco, y empecé a notar que en muchos lugares se utilizan paneles solares para aprovechar la energía solar como fuente de energía. Algo gracioso que me encontré fue la máquina dispensadora de comida que aquí les comparto.


Si alguien está antojado de takoyaki o papas fritas en el camino...
Llegamos a Mamedamachi, o también conocido como "Pequeño Kyoto" por ser un pueblo tan parecido a Kyoto. Fuimos a un restaurante que tiene 200 años de antigüedad (llamado Shizanteikaikokan 市山亭懐古館) pero con un trabajo de mantenimiento increíble. Hicimos un recorrido por sus cuartos, con piso de tatami y puertas corredizas de papel. Por supuesto nos quitamos los zapatos a la entrada del lugar.
Recorrimos la ciudad y visitamos el Museo de sake Kunchou. Nos dieron muestras gratis de licores de sake. Les comparto unas fotos también.

Proceso del shouchuu, que es una mezcla de sake destilado a partir de trigo, arroz, papa dulce, maíz
El seishu, o también nihonshu se obtiene solamente de un tipo de arroz
Galleta de arroz senbei
Hello Kitty

Kanpai! - es el ¡salud! japonés
Un pequeño santuario shinto por supuesto
A la hora de almuerzo fuimos a un restaurante-hotel muy lujoso llamado Kizantei 亀山亭ホテル. Como en Japón el trato con el cliente es excepcional, pues no fue una gran sorpresa que nos recibieran como unos reyes. Nos llevaron a un gran salón (parecía de conferencias) con unas mesas decoradas perfectamente y nuestros platos de colores y bien surtidos. La experiencia fue única. Pregunté a uno de los tutores japoneses sobre qué tan frecuente es para un japonés comer de esta manera, y me respondió que en el caso de ella lo hace como dos veces al año, en ocasiones muy especiales. Al terminar, fuimos despedidos con un gran banner que decía ありがとうございます (Muchas gracias), y todos estuvimos sorprendidos por el gran trato, que personalmente nunca recibí en ningún otro lugar. Aquí más fotos.
Cuando vi esto, no sabía por dónde empezar a comer 
Empecé a observar a los demás y me di cuenta que muchos estaban en la misma situación, jaja
Definitivamente se esmeran mucho en la presentación
Luego nos dirigimos hacia el Templo budista Rakan-ji 羅漢寺, en Nakatsu. El templo fue establecido en 1337, pero un gran incendio lo destruyó en 1943. El salón principal fue reconstruido en 1969. Para llegar hasta el templo, se necesita subir una montaña y para ello tomamos un divertido teleférico. A la entrada del templo hay un pequeño santuario dedicado a niños que han muerto a muy tempranas edades, y sus padres vienen a rezar por sus almas y a dejar sus pertenencias en un gran baúl. Este lugar está cargado de mucha tristeza y era inevitable contener las lágrimas. Luego fuimos al templo, y aprovechamos para apreciar los paisajes que nos dejaron sin aliento. La paz que se logra sentir en estos lugares es indescriptible. Les comparto otras fotografías.

Parte del camino en buseta


El teleférico
Entrada al templo 
Santuario de los niños



Paisajes que quitan el aliento


Manjuu, un dulce japonés
También edité un video sobre el viaje. Espero que les guste, y les agradezco si se suscriben a mi canal de YouTube.


Quiero agradecer el apoyo que he recibido con este blog. 
¡Muchas gracias!

プラビダ!

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